domingo, 24 de enero de 2016

Una lección de vida y muerte



El principito (Le Petit Prince)

Francia, Italia, 2015

Dirección: Mark Osborne.

Guion: Irena Brignull y Bob Persichetti, basados en El principito, de Antoine de Saint-Exupéry.
Fotografía: Kris Kapp.

Protagonistas: Animada, voces varias, dependiendo la versión.

Duración: 110 mins.


Son pocas las cintas infantiles comerciales que alcanzan a transformarse en obras mayores. Fuera de las clásicas de Pixar (las últimas han sido pura basura), es difícil que una cinta de estas sea conmovedora e inolvidable. En esa categoría entra El principito. Para empezar hay varios factores que la hacen diferente a todo lo visto anteriormente:

1.-Está producida en Europa, con esa sensibilidad especial que llegan a tener las producciones de este continente.

2.- Es respetuosa con el original en que se basa, pero al mismo tiempo, se toma las libertades necesarias para hacerla digerible para el público contemporáneo. En otras palabras, la historia paralela no estorba, por el contrario, sirve para que el espectador casual comprenda el tema del libro.

3.- A pesar de estar dirigida por un maquilero norteamericano, Mark Osborne, es una obra mayor. Nada que ver con sus cintas anteriores, ni con Bob Sponja ni con Kung Fu Panda. Por cierto, desde esta última cinta, se veía que el autor era dueño de un sofisticado y a veces preciosista acabado visual. El cuento de Saint-Exupéry parece irle a la perfección.

4.- Se trata de una conmovedora reflexión sobre la pérdida en todos los sentidos, de la libertad, de la infancia, de la inocencia, de la vida misma. Y a su vez, se trata de enfrentarse al futuro sin miedos y sin olvidar lo que somos.

En resumen, nos narra lo difícil que es volverse adulto. Cuando el principito emprende su viaje, puede entenderse que se va hacia la muerte (la forma fácil de hacerlo), pero la cinta de Osborne va más allá y nos dice que en realidad el viaje fue hacia la edad adulta, hacia una adultez obtusa y aburrida. En una escena, el anciano aviador le cuenta a la niña que es importante no olvidar. Y el olvido es peor que la muerte. Los viajes de la pequeña Aurora en busca del principito pueden ser únicamente viajes imaginarios, metáforas de la reflexión y la aceptación, que es quizá el tema central de la obra: aceptar la pérdida de la infancia, de la inocencia, de la vida misma. Aceptar que un día vamos a ser adultos.Pero como El principito nos enseña casi al final, se puede ser niño y ser adulto, se puede perder algo y conservarlo, para siempre, si se mira hacia el corazón.