sábado, 30 de enero de 2016

Spotlight, poniendo a la noticia en el foco



Sony Pictures

En primera plana (Spotlight)

E.U., 2015

Dirección: Thomas McCarthy.

Guion: Josh Singer y Thomas McCarthy.

Fotografía: Masanobu Takayanagi.

Protagonistas: Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams, Brian d'Arcy James, Liev Schreiber, entre otros.

Duración: 128 minutos.

Mucho se ha filmado sobre el trabajo del reportero. Los medios noticiosos, sean impresos, televisivos o radiofónicos, siempre han llamado la atención, al grado que el periodista es, a pesar de López Dóriga y sus amigos, todavía una de las profesiones más respetadas. Y es en el cine en donde más y más certeramente, se ha analizado su labor. Cintas como Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941, Orson Welles), Poder que mata (Network, 1976, Sidney Lumet), El año que vivimos en peligro (The Year of Living Dangerously, 1982, Peter Weir), por mencionar sólo una muy mínima parte, se ha dado a la labor de no sólo reflejar, sino analizar, e incluso criticar, el oficio periodístico. Y En primera plana es una de ellas.

                Pongámonos un poco históricos: Ya desde los años noventa, muchos medios alrededor del mundo empezaron a reportar casos de pederastas en la iglesia católica, entre ellos, el muy sonado de Marcial Maciel, líder de la asociación católica autodenominada “Legionarios de Cristo”, en México. En este caso, los medios Canal 40 (antes de ser absorbido por TV Azteca) y principalmente, La Jornada, al dar a conocer que al “legionario” le gustaba retozar con chamaquitos (iba a hacer un chiste sobre la espada del legionario y los chicuelos, pero me pareció de mal gusto), casi quiebran al perder sus anunciantes principales, todos ellos cercanos a “Los legionarios” y, al ser presionados, aparentemente, por gente del gobierno, dejaron de dar seguimiento al caso. Años después, ante una inminente ola de casos similares reportados en todo el mundo, este y miles más, fueron expuestos, al grado que hoy en día, la Sacrosanta Iglesia Católica, Apostólica, Romana y Re-mamona, no acaba de sanar la herida. Y es precisamente que lo expuesto en En primera plana, quizá sea la cresta de la ola.

                La película narra la indagación realizada en el año 2001 por la revista Spotlight, una de las publicaciones más prestigiadas de investigación periodística de los E.U. (algo así como el Proceso o lo que quiso ser Vértigo), gracias al tino del recién desempacado nuevo editor del Boston Globe, diario al que pertenece dicha revista, sobre un caso de violación a un niño por parte de un sacerdote. El seguimiento llega a echar luz sobre muchos más casos y sobre todo, a la pobre difusión que se hace a este tipo de eventos en los medios y lo poco que le importa a la sociedad católica. Se averigua, entre otras cosas, que sólo en Boston, 6% del total de los sacerdotes tienen este “problema”, una cifra alarmante si se piensa que sólo en esta ciudad existían hasta el tiempo en que se desarrolla la historia, 1,500 clérigos.

                Ahora bien. El filme no es de esos que usan como pretexto la investigación para generar paranoia, o para que el espectador reflexione sobre el caso que se analiza. Eso es reflejado, muy acertadamente, con mucha distancia, evitando no simpatizar con los casos, lo cual sería fatal, porque se caería en la lástima y lo granguiñolesco. Es una película fría. No sólo por la ciudad y el tiempo en que se desarrolla, sino porque es necesario. El director toma su tiempo, sus actores generan actuaciones casi microscópicas, sin grandes aspavientos, conteniéndose o evitando ser lastimeros. Se sienten frágiles, temerosos, como si todo el tiempo se preguntaran: “¿En qué me metí?”, como si estuvieran caminando en hielo quebradizo (quizá por eso los ambientes casi blancos de toda la cinta). Un par de días antes vi La gran apuesta (The Big Short, 2015, de Adam McKay), peli con la que En primera... compite por el Oscar. Nada más lejano, a pesar de que, temáticamente, las dos son muy americanas. En este caso, la cinta es más cercana al cine de periodistas de los setentas, como Todos los hombres del presidente (All the President’s Men, 1976, de Alan J. Pakula) o El síndrome de China (The China Syndrome, 1979, de James Bridges), que eran cinas muy analíticas, casi como documentales, que a otras más recientes, como El informante (The Insider, 1999, de Michael Mann). Aquí importa más cómo se realiza el reportaje, la búsqueda de información. Y ese es el principal valor de En primera plana.

                Hay una pequeña subtrama en la cinta, acerca de por qué nunca se había investigado algo así antes de la llegada del nuevo editor del Boston Globe, pero es parte de la trampa de la cinta. Cualquier otro guionista o director podrían caer en el anzuelo y darle más importancia al asunto, incluso volverlo la cinta misma. Sin embargo, Thomas McCarthy, decide dejarlo casi de lado, generando cierto aire de paranoia en el espectador actual, acostumbrado a las teorías de la conspiración y al sentimentalismo barato. Y parece que es lo que busca. La revelación es tan fría y sorpresiva, que uno no puede más que hundirse en la butaca.

                Sin duda, En primera plana no va a ganar el Oscar a mejor película (No tiene osos, ni travestis). Pero sin duda, eso no le quita el ser una de las mejores del año.