No se puede negar la importancia
de Youtube, que poco a poco, se ha encargado de sustituir en muchos hogares a
la televisión. Desde su aparición hasta la fecha, por lo menos, exterminó por
completo los programas de videos musicales y MTV, VH1, Ritmosón y demás, poco a
poco han desvanecido este tipo de espacios, al grado que ahora sólo en las
pausas sin programación colocan estos materiales. Al principio, el sitio servía
para compartir y ver videos de poca duración, pero esto ha
cambiado. Ahora, además, se pueden ver filmes completos, muchos de ellos ya
imposibles de encontrar en otros lugares porque no llegaron ni siquiera al hoy
agonizante DVD, producciones independientes y demás. Y si bien el cine de
terror no es precisamente de mis géneros preferidos, debo reconocer que aquí
pueden hallarse cantidades industriales de “mierda maravillosa”, como en alguna
ocasión la bautizó Pepe Nava. Así que me di la tarea de buscar cintas mexicanas
de terror, casi todas conocidas, pero que difícilmente pueden encontrarse en la
actualidad y que son de lo mejor que se ha hecho del género en este país. Les
dejo las ligas para que las vean antes de que un cretino las retire, así que mi
querido Viti, a orgasmearte con esto.
La tía Alejandra
México, 1978. Dirigida por Arturo
Ripstein. Con Isabela Corona, Diana Bracho, Manuel Ojeda, María Rebeca.
Duración, 98 minutos.
Por
alguna causa, casi todos los blogeros, páginas y publicaciones de cine, nunca
la incluyen en sus listas de lo mejor del cine mexicano de terror, y sin
embargo, meten cintas tan guarras como Chabelo
y Pepito contra los monstruos (México, 1973, de un muy hambreado José
estrada). La cinta, escrita por Delfina Careaga y Sabina Berman, es una especie de Thriller
psicológico, en el que se mezclan la fantasía, la brujería, el mal y la
obsesión destructiva del ser humano. Una tía llega a una casa de familia y con
sus supersticiones, la va destrozando poco a poco. Quizá el problema es que es
demasiado cine de autor para ser una cinta de terror y demasiado cine de terror
para ser cine de autor.
Más negro que la noche
México, 1975. Dirigida y escrita por
Carlos Enrique Taboada. Con Claudia Islas, Susana Dosamantes, Helena Rojo, Lucía
Méndez. Duración: 96 minutos.
Tercera
parte de la tetralogía del terror de Carlos Enrique Taboada. Las otras son, en orden,
Hasta el viento tiene miedo (1968), El libro de piedra (1968) y Veneno para las hadas (1984). En esta,
una chica recibe una herencia de una tía solterona, que vivía sólo con su gato
negro, llamado Becker, mismo que tiene la mala suerte de caerles mal a las casquivanas
amigas de la heredera. Fantasmas, venganzas, nalgas al por mayor, en este
extraño mexplotation de calidad. Mención
aparte, Lucía Méndez, antes de volverse loca y querer parecerse a María Sorté.
Macario
México, 1960. Dirigida por
Roberto Gavaldón. Con Ignacio López Tarso, Pina Pellicer, Enrique Lucero.
Duración, 90 mins.
Gavaldón
en la dirección, Emilio Carballido en el guión, basado en un relato de Bruno
Traven, música de Raul Lavista, fotografía de Gabriel Figueroa, edición de
Gloria Schoemann, López Tarso, la hermosa y fatídica Pina Pellicer y mucho
realismo mágico. Terror de calidad que ganó en el festival de San Francisco y
nominado al Oscar de mejor película en lengua extranjera. La escena de las
velas es una de las más impresionantes filmadas en el cine mexicano.
El libro de piedra
México, 1969. Dirigida y escrita
por Carlos Enrique Taboada. Con Marga López, Joaquín Cordero, Norma Lazareno. Duración,
100 mins.
La
segunda de la tetralogía de Taboada, es una cinta que analiza la fantasía
infantil, la inocencia hasta en su maldad y sobre todo, una demostración que el
cine de terror no debe sostenerse solamente con efectos visuales, como es en la actualidad. Hugo es una de las figuras más terroríficas que han surgido. Por cierto,
las nuevas versiones del cine de Taboada no les llegan ni a los talones (en Hasta el viento tiene miedo, hasta las
nachas de mini-Mafer Malo desmerecen ante las de Elsa Cárdenas).
Cien gritos de terror
México, 1965, dirección y guión, Ramón
Obón. Con Ariadna Welter, Joaquín Cordero, Ofelia Montesco, Jorge Martinez de
Hoyos, Alicia Caro. Duración 100 minutos.
Guionista,
más que director, Obón logró, por lo menos, dos de los más grandes clásicos del
cine mexicano: El vampiro (1957) y El ataúd del vampiro (1958), ambas
dirigidas por Fernando Méndez. Como realizador, sólo pudo entregar esta cinta,
dividida en dos historias, que demuestra que el señor sabía y manipulaba los
resortes del miedo. La segunda historia es impresionante.
El fantasma del convento
México, 1934. Dirección, Fernando
de Fuentes. Con Carlos Villatoro, Enrique del Campo, Marta Roel, Paco Martínez.
Duración, 85 minutos.
Una
temprana aproximación al género, que quizá ya no haga sentir lo que antes, pero
que es una estupenda lección de cine. Visualmente, es deslumbrante. De Fuentes,
como siempre, no sólo es correcto, sino que en momentos, se siente más que
inspirado. Expresionismo puro. Te reto a que vayas al desierto de los leones
después de verla.
Veneno para las hadas.
México, 1984. Dirección y guión,
Carlos Enrique Taboada. Con Ana Patricia Rojo, Elsa María Gutiérrez. Duración,
90 minutos.
Minimalista
como pocas cintas, la última de las cuatro aproximaciones al horror de Taboada
(la quinta, Jirón de niebla, de 1992,
desapareció misteriosamente antes de exhibirse), es quizá la más oscura. Se
puede usar, incluso, como material didáctico sobre el acoso escolar. Muchos de
sus elementos característicos están aquí: Los internados y las casa viejas, la
superstición, la maldad humana y sobre todo, que la crueldad es inherente al
ser humano desde sus primeros años.
Cronos o La invención de Cronos.
México, 1992. Dirigida por
Guillermo del Toro. Con Federico Luppi, Ron Perlman, Claudio Brook, Margarita
Isabel. Duración, 95 minutos.
La
opera prima de Del Toro, es quizá la mejor de todas sus cintas. En ella se
encuentran todas sus obsesiones y un humor desternillante que se fue perdiendo
poco a poco. Como siempre, para el tapatío, los monstruos son seres indefensos,
que dan incluso compasión y ternura, y los efectos especiales son elementos
dramáticos y no motivos para provocar sustos y ascos fáciles. La escena entre Giménez
Cacho y Juan Carlos Colombo, es de las mejores de su
filmografía.
La noche de los mil gatos.
México, 1972. Dirección, René Cardona
Jr. Con Anjanette Come, Hugo Stiglitz, Zulma Faiad. Duración, 93 minutos.
Canibalismo,
multiasesinos, feminicidios y gatos, muchos gatos. Cardona es y será recordado
como uno de los peores directores del país, pero qué buenas chicas salían en
sus pelis. Este es una especie de chilli
giallio. Nada mal, si no te dan asco las escenas de descuartizados, hechas
con bofecitos.
Kilómetro 31.
México, España, 2007, Dirección, Rigoberto
Castañeda. Con Iliana Fox, Adrià Collado, Raúl Méndez, Luisa Huertas. Duración,
105 minutos.
Llena
de efectos visuales de primer nivel, el argumento intenta mezclar el cine de
terror japonés (en especial, Ju-on: The
Grudge, 2003, de Takashi Shimizu) con las clásicas leyendas de la colonia.
Visualmente es impresionante, aunque es un poco predecible.
Archivo 253.
México, 2015. Dirección, Abe
Rosenberg. Con Michel Chauvet, Anna Cetti, Mario Escalante, Juan Luis Tovar.
Duración, 79 minutos.
No
es muy original, es una cinta de muy bajo, casi inexistente, presupuesto,
rodado con cámara en mano y con actores tan desconocidos que quizá ni lo sean.
Pero lo cierto es que este found fotage
con guacamole, es bastante interesante si, se ve cuando no hay nada mejor
qué hacer.
Hay muchas más por ahí, nada más es cosa de no ponerse muy exigente, porque algunas copias están de la verdura. Hagan su lista de hallazgos y me la mandan.