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Anomalisa (Anomalisa)
E.U., 2015
Dirección: Duke Johnson y Charlie
Kaufman.
Guion: Charlie Kaufman, basado en
su obra.
Fotografía: Joe Passarelli.
Voces: David Thewlis, Jennifer
Jason Leigh y Tom Noonan.
Duración: 90 minutos.
¿Quieres ser John Malkovich? (Being
John Malkovich, Spike Jonze, 1999) llegó de repente, para presentar a
Charlie Kauffman, un guionista de T.V que de pronto saltó al cine, de forma sorprendente.
Hofman no es otro escritor más, sino un tipo muy brillante, que sabe jugar con
las estructuras dramáticas de forma inusual. Para él no existen géneros. Sus
textos son considerados como comedias, porque de alguna manera hay qué
acomodarlas en algún lado. Y con Eterno
resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal
Sunshine of the Spotless Mind, Michel Gondry, 2004) se volvió la súper
estrella de los escritores de cine. Las cinco cintas que se realizaron
posterior a ¿Quieres…? mostraron que
para poder poner en escena sus escritos, se requieren mentes creativas, muy
brillantes, demasiado enloquecidas. Y los directores de videos musicales, Spike
Jonze y Michel Gondry, parecían ser los más adecuados, quizá por su experiencia
en materiales que requieren mayor cuidado visual que narrativo (Confessions of a Dangerous Mind, de
George Cloney, 2002, es el ejemplo de esto, demasiado cinematográfica y
correcta, es ceirto, pero poco inspirada visualmente). Cuando decidió dejar de darles
sus ideas a otros, empezó su calvario.
Nueva York en escena (Synecdoche, New York, 2008), no resultó
tan sorprendente. No porque fuera una mala cinta, sino porque el guionista
estaba todavía muy verde en asuntos de dirección. No sabía muy bien cómo llevar
a la pantalla eso que veía en su cabeza. Aun así, no era una mala ópera prima. Anomalisa (Idem, 2015), su tercera
película, es quizá su confirmación como director de cine. Basada en su obra de
teatro, el autor cuenta la historia de un conferencista, aburrido de la vida y
ya en plena depresión, que conoce a la que piensa, podría ser la mujer de su
vida. Pero al final, ni de su vida ni de bajada, ya que las cosas no son lo que
él podría creer.
Me
van a disculpar, pero creo que por desgracia, una crítica a veces requiere
algunos spoilers, trataré de no
hacerlos muy evidentes, pero al final de cuentas, quien conoce a Kaufman, sabe
que sus temas son más que recurrentes: La fragilidad de las relaciones humanas,
la imposibilidad de amar porque se cruza el propio egoísmo, lo triste que es la
existencia. Aquí, el personaje principal ve en los demás el mismo rostro, una y
otra vez, escucha la misma voz en todos, y solamente una persona con la voz
diferente, podría sacarlo de su miseria. Una obra mayor, es cierto, con una
hermosa animación, que es a la vez, su fuerza y su debilidad.
Una de
las leyes de la robótica de Asimov, dice que una máquina debe asemejarse a los
seres humanos, pero nunca parecerse tanto que pueda confundirse entre ellos. Eso
es lo que pasa con Anomalisa. Como en
Final Fantasy: The Spirit Within,
(2001, de Motonori Sakakibara y Hironobu Sakaguchi), que usaba la computadora
para hacer imágenes tan realistas que fracasó en taquilla, la animación de Duke
Johnson, el otro director de la cinta, es tan naturalista que a veces es
inevitable preguntarse por qué no la hicieron con actores. Quizá porque en la
Condesa les gustan las cosas raras, como las camisas de American Apparel: Son
iguales a las del tianguis, con los mismos materiales, e incluso más simples,
pero cuestan diez veces más y están de moda. No me lo tomen a mal, me encantó,
pero siento que hubiera tomado un café con leche en polvo.