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La chica danesa (The Danish Girl)
E.U., 2015
Dirección: Tom Hooper.
Guion: Lucinda Coxon, basada en
el libro homónimo, de David Ebershoff.
Fotografía: Danny Cohen.
Protagonistas: Eddie Redmayne,
Alicia Vikander, Matthias Schoenaerts, entre otros.
Duración: 128 minutos.
Siempre he pensado que un actor,
más que buscar personajes atractivos, debe buscar relatos atractivos, ya que
una buena historia, por defecto, trae consigo buenos personajes, mientras que
un personaje atractivo sin una historia que lo sustente, se convierte en un
simple ejercicio que nadie recuerda.
Eddie
Redmayne pasará seguramente a la historia como uno de los mejores actores de la
actualidad, pero dudo mucho que nadie recuerde La chica danesa más que como “en que hizo de transexual”. La
anécdota de la cinta, basada en la novela homónima, cuenta la historia real de Einar
y Gerda Wegener, una pareja de pintores que de pronto sufre una crisis debido a
que él está convencido de que es una mujer encerrada en un cuerpo de hombre. El
meollo del asunto es que es la primera persona que intentó una operación de
reasignación de sexo, o para que me entienda Brayan (bueno, si alguien le lee
esto, porque no creo que sepa hacerlo) “una jarocha”.
La
cinta comienza muy bien. El personaje de Lili, como se hace llamar Einar
Wegener, es interesantísimo, principalmente por el trabajo del actor y el
director, Tom Hooper, que sabe conducir al histrión de tal manera que nos
muestra poco a poco la transformación que sufre. Alicia Vikander, por su parte,
hace realista e incluso entrañable, a esa mujer que tiene que soportar la
muerte de su matrimonio y la transformación de su pareja de toda la vida.
Hasta
aquí todo va bien. Pero para la segunda parte, la historia pierde interés. No
pasa nada, la operación ocupa toda la trama y de pronto, los personajes pasan a
segundo plano. Incluso la edición es más lenta, parece que el guionista no
encontró nunca qué hacer y el director parece desganado, ya no sabe a dónde
dirigir a sus actores y fracasan dolorosamente, al convertirse en una simple
caricatura de lo que eran al principio.
Hooper
siempre ha sido un excelente guía para sus actores, sabe muy bien cómo
exprimirles lo mejor de su oficio y hacerlos sobresalir. De hecho, Redmayne puede
ser el principal contrincante de DiCaprio en los Oscares, aunque nunca logra
convencernos de que puede pasar por mujer como lo hizo Dustin Hoffman en Tutsi (1982, Sydney Pollack) o Robin
Williams en Mrs. Doubtfire (1993, Chris
Columbus), a pesar de estos eran personajes de comedia, lo cual es muy grave,
ya que según los testimonios de la época, Lili era muy femenina, podía pasar
por mujer sin problema, incluso, hay evidencias de que era hermafrodita y que
hasta su voz era la de una fémina. El caso es que, aunque el realizador sea un
gran director de actores, por desgracia, cinematográficamente, siempre le pasa
lo mismo: Algo no logra cuajar. En El
discurso del rey (The King's Speech, 2010) tenía un excelente Colin Firth, en el papel de su vida y en Los
miserables (Les Misérables, 2012), ni se diga, con Hugh Jackman y
Anne Hathaway sacando el hígado para poder dar las mejores interpretaciones de
su carrera, y sin embargo, de una u otra manera, las cintas se caen y al final
sus actuaciones son como fuegos artificiales, que suben, explotan, brillan, se
ven poca madre, pero no sirven para nada más que para adornar el cielo, y
segundos después lo dejan en la más absoluta oscuridad.
En La chica
danesa, eso ocurre. Redmayne logra proyectar un personaje creíble,
entrañable, frágil y principalmente, muy femenino. Pero el director hace que se
pierda y que al final nos importe un cacahuate si lo operan o no, si vive o
muere, o si decide volverse testigo de Jehová. Es una pena. Quizá porque ser
transexual, pintor y ser un pionero por los derechos de la comunidad LGBT, no
es algo suficientemente atractivo. O quizá porque no sabes cómo vestirlo de
algo atractivo.