viernes, 10 de junio de 2016

Hablando de teatro: Ambulancia. El amor es la más adictiva de las drogas.


Ambulancia
Escrita y dirigida por: Lizeth Rodea
Intérpretes: Daniela Díaz y Alan tellez
Música original: Luis Ugalde
El cuartucho, Cafetería CUSI, Gómez Farías 41-A, Col. San Rafael, a una cuadra del metrobús Plaza de la República, en contra esquina de la UVM Campus San Rafael.
Miércoles, del 8 al 29 de junio, 8:30 pm
Donativo: $140.00 MN
Iniciamos una nueva etapa en Cine Tlacopan, en la que hablaremos de teatro, además de seguir haciéndolo sobre cine. Esperamos que les guste.

       Mientras que el cine mexicano está en plena decadencia, con autores cada vez más alejados del público, a los cuales no contemplan porque no son los que dan los premios o que sólo los ven como medio para obtener dinero, el teatro de nuestro país está cada vez buscando acercarse más a los espectadores, a los que contemplan no como una masa que proporciona ganancias, sino que los vuelven cómplices de los actores y los escritores que hacen posible el quehacer escénico. Obras como Más pequeño que el Guggenheim o El amor de las luciérnagas, ambas de Alejandro Ricaño, son una muestra de que el arte de Tespis a la azteca está pasando por un buen momento. Esto quizá es debido, precisamente, a la crisis que se vive en la sociedad (en lo económico, político y social) y que se ha reflejado en el cine y la televisión. Los espacios teatrales cada vez son más reducidos, y el éxito de los montajes que en ellos se presentan, no significan más los trescientos o seiscientos asientos llenos, como pasaba antes, sino veinte o treinta personas, en espacios diseñados (o adaptados) para recibir a quince o veinte. El actor casi respira encima del espectador y este, a su vez, puede ver y sentir lo que interpreta el histrión. La intimidad, como comentaba al principio, y la complicidad, se ha vuelto el elemento central de las piezas que ahí se presentan. Uno de esos pequeños espacios se llama “El cuartucho” y está ubicado en CUSI, un diminuto y tranquilo café de la colonia San Rafael, misma que es considerada “El Broadway mexicano”, porque en ella están ubicados muchos teatros y foros, casi todos dedicados al teatro comercial (y en su mayoría, propiedad de la familia Sanchez Navarro).En ese espacio, se presenta la obra que da título al artículo.
                Ambulancia cuenta algo que casi todos conocemos: Una persona pierde a su pareja y busca, como una emergencia, el apoyo de alguien que está alrededor, mismo que siempre está cuando es requerido. No importa si los protagonistas son hombres o mujeres, este tipo de cosas pasan todos los días y aunque no son extraordinarias, resultan ser, a veces, relatos maravillosos. Y es lo que pasa en esta obra. Estamos ante un texto que narra esa memoria de un amor fallido que muchos hemos vivido. Una anécdota en la que una individuo que sufre un dolor del alma (de esos que a veces duelen más que una herida en la piel y que deja más cicatrices) busca encontrar el amor en otra persona, aunque sea algo falso, algo que sólo se siente en el momento, como una curación de primeros auxilios. Ambulancia, cuenta esa historia de amor imposible que a su vez, y en su irresponsabilidad, es también verdadero e incondicional. Las soledades de los personajes, se van uniendo, y se llenan de símbolos e imágenes más cinematográficas que las que se pueden ver en la mayoría de las películas mexicanas actuales. Y eso es otra cosa curiosa de Ambulancia, que funciona más como cine que como teatro, lo cual, más que un error, resulta un hallazgo. Los actores, Daniela Díaz y Alan Téllez, nos llevan de un departamento a una sala de urgencias, de un motel perdido en la nada, a un pequeño café, que puede estar en cualquier lugar. El montaje mismo, a veces con dos diferentes focos, nos remite a una edición cinematográfica, para contarnos los hechos desde los puntos de vista de cada uno de los personajes. En estos días, en que los espacios teatrales son tan pequeños como una casa del INFONAVIT, ha surgido una necesidad de suplir la falta de escenografías complicadas con lo que muchos llaman despectivamente “narraturgia”, porque a diferencia de la dramaturgia tradicional, se basa más en la palabra que en la acción. En este caso, la obra es orgullosamente “narratúrgica”, porque por medio de la palabra te traslada a los lugares que requiere.
                El montaje utiliza muchos pretextos para reflexionar sobre el amor, esa poderosa droga que te genera una adicción tal, que a veces, con tal de conseguir una dosis eres capaz de cambiar tu propio cuerpo, tu propia alma, aunque sepas que es sólo una dosis que no te va a saciar tu sed de más. Y por desgracia, es la única sustancia que no sólo puede llevar a una persona a la perdición, sino también a alguien más, al que te proporciona la dosis, quien a veces pierde más que lo que pierde el adicto, porque a su vez, también él tiene la dependencia.
                En estos días en que el cine está enfrascado entre la complacencia y el desprecio absoluto al público, el teatro se ha vuelto un refugio no sólo para actores sino para el espectador que busca encontrar algo que sea trascendente y entretenido a la vez. Lizet Rodea, actriz, directora y talentosa dramaturga, nos regala un trabajo escénico que te parte el corazón en dos, que te convierte en un guiñapo, porque ves en los personajes un fragmento de algo que puedes ser tú. Para los personajes, el amor es una carretera en la que se pierden cada vez que se encuentran, es un café en el que se despiden, es una sala de urgencias en donde se juntan sus destinos.
                Ambulancia es una propuesta muy interesante que se presenta en una corta temporada. “El cuartucho” de CUSI próximamente cerrará sus puertas para abrirlas en un lugar diferente, así que no puedes dejar pasar la oportunidad de ver esta estupenda obra y este sui generis lugar.



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