lunes, 18 de julio de 2016

Las grandes cagadas de los mejores directores II





Después de la lista anterior (que puedes consultar aquí) hubieron muchas quejas porque no incluí en esa lista la siguiente, que es una de las peores (si no es que es la peor) según muchos:



Tim Burton: El planeta de los simios (Planet Of The Apes, 2001)

Recuerdo que en una ocasión, mi buen amigo y cómplice cinematográfico, Alejandro Rosas, me decía que la última película buena de Tim Burton fue El caldero mágico (The Black Cauldron, Ted Berman y Richard Rich, 1981). Le comenté que no era de él y me contestó: “Por eso.” Burton es un tipo polémico, es un gran director de actores y un espléndido creador visual, pero por desgracia, se ha vuelto un tanto o un mucho repetitivo. Curiosamente, el origen de esto se llama El planeta de los simios. Si se observa con detenimiento, no es una mala película, es una pésima película. Es fea, cancina, no hay un personaje mínimamente agradable o con el que se pueda crear el mínimo de simpatía, y el guión parece que lo escribió Manolo Caro en una borrachera y en papel del baño. Es la menos “burtoniana” que existe en su filmografía. Por lo mismo, estoy seguro que después de este fiasco, decidió mejor no volver a experimentar y no volver a dejar de trabajar cerca de su chile, perdón, amigo Johny Depp.





David Fincher: La habitación del pánico (Panic Room, 2002)

No es la primera vez que el director la caga, estaba a punto de poner El juego (The Game, 1997), pero debido a que esta fue un fracaso en taquilla, le di preferencia. Jodie Foster y Forest Whitaker no logran hacer ni medianamente atractiva esta cinta que es una alegoría glorificadora de la paranoia americana. Es más mala que una ex prostituta convertida en monja.





Robert Altman: Popeye (Ídem¸ 1980)

En sí, es una injusticia decir que es una mala película. En realidad, es bastante divertida y visualmente es muy excéntrica. La amo, aunque debo reconocer que fue un fracaso. Sólo a un genio como Altman se le pudo ocurrir hacer una cinta tan introspectiva sobre un personaje de comic strip, tan famoso (quizá la fama de este personaje se debió a lo feo de su diseño). El público se dividió entre los que la idolatran y los que la odian. En fin, hasta la niña más guapa, de vez en cuando se echa su caca.





Andréi Konchalovski: Tango & Cash (Íbid, 1989)

Si no conocen a Andréi Konchalovski, de verdad, no saben nada de cine. El señor es nada más y nada menos que uno de los tres grandes del cine soviético de la antigua URSS, junto a su hermano, Nikita Mijalkov (Pieza inacabada para piano mecánico/Neokonchennaya pyesa dlya mekhanicheskogo pianino, 1977) y Andréi Tarkovski (Nostalgia/Nostalguíya, 1983). Los tres huyeron al extranjero, donde hicieron carrera en diferentes países; por ejemplo, Tarkovski fue a dar a Italia, Francia y Suecia, mientras que Nikita se fue a Italia. Andréi terminó en Hollywood, donde filmó grandes cintas, como Los amantes de María (Maria's Lovers, 1984) o la épica El tren del escape (Runaway Train, 1985), en colaboración con Akira Kurosawa. Nadie se explica qué le pasó al filmar Tango & Cash. Es de esos placeres culposos, es cierto, pero ver a Konchalovski haciendo una cinta con Sylvester Stallone, es como ver… Pues eso mismo. Como si Dios en realidad hubiera metido la mano para el gol de Maradona. Hay una versión que afirma que realmente, el director abandonó el proyecto antes de terminarlo y que por eso quedó como quedó. Pues vaya, que ni las juveniles nalguitas de Teri Hatcher, la salvan de la injuria.





Ridley Scott: Hannibal (Íbid, 2001)

Scott es medio cagoncito, yo creo que tiene un síndrome de colon irritable medio fuerte. De las diarreas más profundas pasa al estreñimiento más brutal que existe. Hannibal es una muestra de lo que hace un colon taponeado. La novela escrita por Thomas Harris, resultaba una segunda parte perfecta para El silencio de los inocentes (Silence Of The Lambs, Jonathan Demme, 1991), que fue tan exitosa que se llevó un montón de óscares, además de que sirvió de base para una franquicia de cintas y una exitosa serie de tv. Por desgracia, ninguno de los subproductos han estado a la altura de la primera, pero Hannibal es la peor de todas. Lenta, pretenciosa, tiesa, aburrida, torpe, sobre actuada, fea, en fin, que se le pueden poner los peores adjetivos y aún así, uno se queda corto. De nada le sirvió la dirección de Scott, ni el guión de David Mamet, y terminó siendo una de las cosas más feas de la historia. Es como ver a Elba Esther Gordillo en negligé.





Woody Allen: Un hombre irracional (Irrational Man, 2015)

Si tengo un héroe personal, ese es Woody Allen. Cuando supe que iba a tener qué usar anteojos permanentemente, en lugar de sentirme mal, me puse feliz de parecerme en algo a él. Es cierto que es pretencioso, mamón, clasista, etc. Pero tiene suerte con las mujeres, es genial, inteligente, irónico y sobre todo, es Woody Allen. Para elegir qué cinta de él iba a poner en la lista, le tuve que pensar mucho porque en su última etapa ha tenido más tropezones que aciertos. Un hombre irracional tiene la mala fortuna de ser la cinta de Allen que Allen odiaría si fuera yo. Es lenta, Joaquin Phoenix no logra atraer en lo más mínimo y nunca tiene química con Emma Stonne, quien, dicho sea de paso, no parece estudiante exitosa. Para peor, la banda sonora (o la canción recurrente) es quizá la más fea de sus cintas. Dicen que es de humor negro, pero yo creo que en realidad es humor marrón.





Francis Ford Coppola: Jack (Íbid, 1996)

Nadie sabe por qué el papá de la medio interesante Sofia Coppola se aventó no sólo a dirigir, sino a producir este bodrio sobre un niño con una extraña enfermedad que lo va transformando en adulto. Es tan mala que hasta Chabelo le pidió a Dios que le sacara los ojos.





John Huston: Annie (Íbid, 1982)

Otro de los dioses del cine, que cayeron en la taza del baño en los años ochenta. En el caso de Huston realizó uno de los musicales más feos de la historia, sólo superado por Qué le pediste a Dios (Teresa Suárez, 2012). Pues sí. Es más feo y naco que un fin de semana en Las estacas.





William Friedkin: La tutora (The Guardian, 1990)

Si hablamos de Friedkin, en realidad no es ningún auteur, como muchos quisieran creer. En realidad es un artesano de los más eficaces que ha tenido Hollywood. Con todo, el también director de El exorcista (The Exorcist, 1973), Vivir y morir en los ángeles (To Live and Die in L.A., 1985), Contacto en Francia (The French Connection, 1971) y Los chicos de la banda (The Boys in the Band, 1970), también se aventó sus tacos de a 5 x $15.00 baros. Entre todas sus malas decisiones, la peor fue La tutora, que hablaba de una niñera malvada y que además era una especie de wica, resultó no sólo tendenciosa sino espantosa. Los efectos especiales son chafísismas y la protagonista es de las más grises que se han visto en muchos años.





Steven Spielberg: Hook, el regreso del capitán Garfio (Hook, 1991)

Si juntas a Dustin Hoffman, Julia Roberts, Robin Williams y Steven Spielberg, ¿qué puede salir mal? La respuesta es Hook. Decir que es terrible, en este caso, es un halago. Es quizá la peor cinta de Spielberg, es ñoña, infantiloide, babosa, fea, sobreactuada… Una vez vi una ilustración en la revista Mad, realizada por Sergio Aragonés, en donde coloca al Capitán Garfio muerto en un retrete, con los pantalones abajo y sangre en el garfio. Algo así, pero con Steven Spielberg en lugar del Capitán.





Guillermo del Toro: Hellboy 2: El ejército dorado (Helboy 2: The Golden Army, 2008)

Los del Toroliebers me van a matar por lo que voy a decir: El gordo, como buen gordo que es, si la caga, la caga a lo bestia. El director tiene una de las carreras más pedorras que existen, dejando inconclusos o sin siquiera arrancar muchos proyectos. Por sus manos han pasado desde Aliens, El señor de los anillos, Halo, y cuantas franquicias gusten y manden; las anunció y no las filmó; así como muchos proyectos que no empezó por equis o ye. Hellboy 3, por ejemplo, nunca la realizó. Y qué bueno. Si resulta como El ejército dorado, mejor que no la haga. Muchos la aman porque es palomera, Ron Perlman está excelente y la fotografía es muy bonita. Pero los efectos, más parecen defectos especiales. Es muy corta de duración y se siente inacabada. Pues sí, el gordo se aventó un buen pozolazo antes de filmarla.





Joel y Ethan Coen: El amor cuesta caro (Intolerable Cruelty, 2003)

El amor cuesta caro, ha cargado a cuestas el ser la peor película de los hermanos Coen, quienes nada más y nada menos que portan la medalla al mérito de ocupar un lugar en el top 5 de directores americanos. El problema con la película es que es demasiado guarra para ser cine de arte y muy poco convencional para ser cine comercial. Aún así, tiene escenas de antología, es divertida y tiene un guión bien escrito. ¿Por qué está en esta lista? Pues porque podría ser la obra maestra de Manolo Caro, nada más. Es una cinta que firmada por un director sin pretensiones, más que económicas, sería su mejor cinta, pero en manos de los Coen, pues nomás no.





Wong Kar-wai: Noches púrpuras  (My blueberry nights, 2007)

Si algo no entiende Hollywood es que no todos los directores que tienen éxito en sus países, pueden trasladarse exitosamente a sus intereses. Y generalmente, salvo los ingleses, no todos los que manejan lenguas diferentes, lo logran, mucho menos frecuentemente los asiáticos. Prueba de ello fue Wong Kar-wai. Famoso por sus cintas, principalmente la excelente Deseando amar (In the Mood for Love, 2000). La cinta no es mala, es hermosa visualmente, y el director es fiel a su universo personal, pero es como cuando comes tacos en el Sanbors: Por muy buenos que estén, no son como los tacos del "Papi".





                Como mención especial, les comento que en alguna ocasión el mismísimo Orson Welles dirigió una escena de un filme porno, llamado 3 a.m. (1975). Me quedaron muchas cintas en el tintero, pero no había manera de seguir; tres entregas de lo mismo nada más no funciona. Por ahí quedaron Psicosis de Van Sant, Oldboy, de Spike Lee, entre muchas otras. Pero en resumen, aunque resulten bajas de nivel en comparación de otras obras de los autores, hasta en sus trabajos fallidos se alcanzan a ver lo grandes que llegan a ser. Como decía mi amigo Mario, muchos directores ya quisieran comer de lo que cagan estos.


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