“Si no fracasas en algo de vez en
cuando es una señal inequívoca de que no estás haciendo nada nuevo.” Con esas
palabras, Woody Allen justifica el hecho de que su método de dirección (el
hacer películas al por mayor, sabiendo que al final unas cuantas son buenas) le
ha dejado desde obras maestras hasta cerotes del tamaño de un cerro. Ahora
bien, Allen no es el primero ni el último en hacer esto. Sólo basta ver la
filmografía de algunos de los mejores directores de la historia, para darnos
cuenta que hasta los reyes se avientan su cagada de vez en cuando. En este
listado no van a encontrar ni a Tarantino ni a M. Night Shyamalan, porque ellos
pertenecen a la categoría de los que tienen dos obras buenas entre cientos de
cacotas.
David Lynch: Dunas (Dune, E.U., 1984)
Según el documental Jodorosky’s Dune, Frank Pavich, 2014) la
realización de esta cinta a manos del inefable director argentino, pronosticaba
un paradigma cinematográfico sin precedentes. Pero por cuestiones
presupuestales el proyecto quedó, años después, en manos del entonces joven en
inexperto David Lynch, que previamente sólo había hecho la regular El hombre elefante (Elephant man, 1980). Se filmó en México, con un presupuesto
altísimo, un diseño de producción impresionante, con Sting y Grace Jonnes en el
reparto, pero… Pues Lynch no es un cineasta fácil. Se dice que aunque el
director hizo su mejor esfuerzo, un guión atiborrado de diálogos complejos,
escenas preciosistas pero más aburridas que quedarse viendo dos minutos la
máquina de las tortillas y sobre todo, que la gente quería ver algo más
parecido a Star Wars, hizo que fuera un fracaso de crítica y taquilla monumental.
Vamos, ni el sexenio de Calderón dejó tantas pérdidas. El único que ganó con
esto fue el director, porque a cambio de filmar su elefante blanco, el
productor Dino De Daulrentiis tuvo que producir Terciopelo azul (Blue Velvet,
1986) y él feliz, porque por lo menos esta ganó un chingo de premios y volvió a
David Lynch el Dios del cine.
Bob Reiner: Nuestro amor (The Story of Us, E.U., 1999)
Aunque el gordo Reiner no es el
mejor director del cine, su trayectoria profesional tiene muchos títulos que en
el campo comercial han sido éxitos de crítica y público, tales como Esto es Spynal Tap (This Is Spinal
Tap, 1984), Cuenta conmigo
(Stand By Me, 1986), La princesa prometida (The Princess Bride, 1987), Miseria (Misery, 1990) y sobre todo, la que
muchos consideran que es la obra maestra de Woody Allen que no dirigió, ni
actuó, ni escribió Woody Allen, Harry y Sally (When Harry Met Sally..., 1989). Después de ese impactante
currículum intenta repetir un poco la fórmula de Harry… y termina echándose
un cake de 10,000 courics (sino vez South Park, no vas a entender la
referencia, por eso te mando a este link). El problema es que a nadie le parecía muy chistoso ver a Bruce
Willis después de años de soltar fregadazos enamorando a una a veces
desmesurada Michelle Pfeiffer. Incluso, algunos críticos dijeron que debía
llamarse “Por qué Harry se divorció de Sally”. Un fracaso que casi transforma su
carrera en el cuerpo en el río de Cuenta conmigo.
Henry Selick: Monkeybone (Ídem, 2001)
Quizá por su humor más guarro que oscuro, lleno de cadáveres flatulentos
y personajes que ni siquiera su mismísimo compadre Tim Burton soportaría ver, Monkeybone
resultó un fracaso tremebundo de crítica y público. Honestamente, a mi me
divirtió bastante, aunque debo reconocer que es muy fea. El realizador también
ha hecho cintas como El extraño mundo de Jack (The Nightmare Before Christmas, 1993) y Coraline y la puerta secreta (Coraline, 2009). Pero este mono, fue resultado
de una dieta a base de frijoles con huevo.
Felipe Cazals: Burbujas de amor (1991)
Pongámoslo así: Durante los años
ochenta, el director de Las poquianchis (1976),
El apando (1975), Canoa (1975), Bajo la metralla (1982), Los
motivos de Luz (1986) y Chicogrande (2009),
comía lo que podía por hambre. El resultado es que vivió una década de diarrea
incontenible. Hizo películas hasta para Rigo Tovar, pero la que se llevó las
palmas, sin duda fue Burbujas de amor,
la sexy comedia más aburrida del cine
de ficheras. Se trata de un filme decadente, con estrellas televisivas y una
vieja que ni en su casa conocen que se llamaba Telly Filippini, cuya única
gracia era (según el TV
Notas) que se dejaba madrear por Sergio Goiry. Mala como el producto de
mezclar tacos de a cinco por quince pesos de afuera del metro Olímpica con un
curado de avena y un litro de leche bronca, sorprende entre su filmografía porque
las actrices no enseñan nada y los galanes son más grises que un calzón mal lavado.
Es decir, un fracaso absoluto.
Mike Nichols: Lobo (Wolf, 1994)
¿Quién le teme a Virginia Wolf? (Who's Afraid of Virginia Woolf?,
1966), El graduado (The Graduate, 1967), Closer, llevados por el deseo (Closer, 2004). El
director también se aventó sus popocitas, así que al momento de hacer este
listado, tenía por lo menos, tres serios contendientes: La jaula de las
locas (The birdcage¸1996), ¿De qué planeta vienes? (What Planet Are You From?, 2000) y por
supuesto, Lobo. Escogí esta última
porque la primera por lo menos, si andas de simple, te puede parecer divertida,
y la segunda fue tan mala que ni los actores se acuerdan de ella. En el caso de
la tercera, llama la atención porque: 1.- Universal intentaba “actualizar” sus
grandes monstruos de la época dorada del cine de terror (Drácula, La momia,
Frankestein, etc.), 2.- Nichols dejó que Jack Nicholson hiciera lo que
quisiera, la grado de permitirle, por ego actoral, no usar un maquillaje
apropiado y además, lo dejó creer que a estas alturas del partido seguía siendo
un gran actor. Además, parece que la química con Michelle Pfeiffer, que tuvo en
Las brujas de Eastwick (The
Witches of Eastwick, George
Miller, 1987) ya había quedado en la distancia.
Peter Jackson: La trilogía del Hobbit (The Hobbit, 2012, 2013 y 2014)
Yo sé que los fans acérrimos de Jackson y de J. R. R. Tolkien dirán que
esto no es cierto, que su peor película es Desde mi cielo (The Lovely
Bones, 2009, que dicho sea de paso, más bien la odian porque no es tan
espectacular como El señor de los añillos), pero tengo razones para
sustentarme. La primera y única prueba es la trilogía de El señor de los anillos
(2001, 2002 y 2003): Es espectacular, redonda, sorprendente, incluso los que no
conocen la obra original salen asombrados por el manejo de la épica que tiene
Jackson. El caso de El Hobbit, es muy triste, porque se siente como una
copia pirata de El señor…, como los clones que aparecieron después de
que se estrenó, que no llegaron a igualarla ni medianamente. Incluso, los
mayores fans de la obra original se quejaron de que se alargaba
innecesariamente una obra pequeña, divertida e infantil. Una caca de dragón.
Orson Welles: Don
Quijote (Don Quixote, 1992)
Bien, la cosa es esta. Cuando
Orson Welles intentó llevar a cabo la historia de Cervantes, en 1957 y 1966,
debido al presupuesto y a que de pronto, el director descubrió que no le estaba
gustando mucho el resultado, decidió abandonarla y seguir adelante, aunque en
varias ocasiones intentó terminarla. El material fue editado por el español
Jesús Franco, el culpable de que la cinta fuera un asco. Sin ritmo, mal editada,
es el resultado de querer comerse las sobras del pastel que no le gustó a otro.
Qué se podía esperar de un director de soft
porno y cintas de explotación. En pocas palabras, Orson se lo comió, Franco
lo defecó.
Brian de Palma: Misión a Marte (Mission to Mars, 2000)
De Palma es un director pretencioso. Con esto no quiero tacharlo de poser,
sino que tiene que ver con el hecho de que tiene una cultura cinematográfica
tan grande, que quiere ser otro director. A intentado ser Hitchcok, también
quiso ser Scorsese, pero el que no le salió muy bien fue Kubrick. Misión a
Marte, según un usuario de Filmafinity, es “2001 para Dummies”. Algo de
razón tiene. Además es muy patriotera, pero a su favor, cuenta con unas bellas
banda sonora y fotografía, finalmente es De Palma. Pero esto no es lo peor del
caso: Para la crítica “seria” hay directores que son intocables, como el mismo
Kubrick, Lynch, Jean-Luc Godard y Lars (AKA) “todas las mujeres son putas” von
Trier. Y De Palma, se metió con uno de los sueños húmedos de todos los críticos.
Lo tacharon de pecador, de corrupto, le pidieron que se arrepintiera, lo
escupieron, le echaron agua bendita y después lo apedrearon casi hasta la
inconsciencia. Y después, el mazacote de carne que dejaron, fue arrojado a los perros
(perdón) al público para que se alimentaran con él. Pero como la audiencia
está divorciada de alguna manera con los marcianos (ese es otro tema que pronto
trataré, ¿Por qué los espectadores odian a los marcianos?), pues ni caso le
hicieron. La cinta se estrenó prácticamente al mismo tiempo que Planeta rojo
(Red Planet¸ Antony Hoffman, 2000), que también tronó como cedazo en
taquilla. Y de Palma casi la palma.
Pedro Almodóvar: Los
amantes pasajeros (2013)
Aceptémoslo, el manchego no es el mejor director español, pero hay que
reconocer que el cine ibérico se divide en AP y DP (Antes de Pedro y Después de
Pedro). Sus cintas derrochan originalidad, tanto así que se transformó en un
estilo más que en un artista. Ha hecho cosas que dan pena, pero desde luego, su
habilidad para mezclar lo guarro y lo sublime, siempre son de agradecerse. En
el caso de Los amantes… construye una cinta sin pies ni cabeza, de esas
que puedes ver dos veces y en ninguna logras sonreír. Es aburrida, chunga,
babosa, es menos almodovariana que una película del “Caballo” Rojas. Y para
colmo: ¿Se han percatado que las peores cintas del señor tienen a un mexicano
en el elenco? Algo para discernir muchos años.
John Ford: La
mascota del regimiento (Wee Willie Winkie, 1937)
La verdad, no he visto este filme, no porque no quiera sino porque no
lo conocía hasta el momento en que empecé este conteo. John Ford es el mesías
del cine americano, el que llevó a alturas de arte al western; La diligencia
(Stagecoach, 1939), por ejemplo, está entre las diez películas más
importantes de la historia. La crítica es voluble al respecto de La mascota
del regimiento, ya que a veces la consideran una película agradable y en otras
una verdadera porquería. En lo que coinciden todos es en que Ford no se merecía
tener que aguantar a Shirley Temple.
Arturo Ripstein: La
ilegal (1977)
Ripstein fue considerado el mayor de los cineastas mexicanos, no sólo
en el país sino principalmente, en Europa. Sus cintas más emblemáticas, Principio
y fin (1993), El carnaval de
Sodoma (2006) y Tiempo de morir
(1966), entre otras, tenían la particularidad de ser cine de auteur, muy culto, oscuro y despiadado. La ilegal fue una de las primeras cintas
producidas por la hoy (bendito sea Dios) extinta Televicine, sub empresa dedicada
a hacer vehículos de lucimiento para las “estrellas del canal de las estrellas”.
Se trata de una cinta pensada para Lucía Méndez, antes de que le cayera la
maldición de María Sorté. Y aunque no es tan mala, las actuaciones acartonadas,
la ausencia de ganas del director y ante todo, un final forzado, que ni es
feliz ni triste sino todo lo contrario, convierten el filme en la peor de la
filmografía Ripsteniana.
Bryan Singer: Superman regresa (Superman
Retuns, 2006)
Seamos honestos: Bryan Singer no
es ni ha sido el mejor director de mundo. A veces, siento que el lugar que se
ha ganado fue únicamente un “Homero”,
debido sobre cualquier cosa a Los
sospechosos comunes (The Usual Suspects¸1995) y si no me creen, fuera de los filmes de X-men y sin consultar
Google, nadie puede mencionar una de sus películas, salvo, Superman regresa,
quizá porque es considerada la peor cinta de superhéroes de la historia (Martha
se salvó). El problema con esta cinta fue que en lugar de intentar un universo
nuevo y contemporáneo, Singer se dedicó a mal copiar lo hecho por Richard
Donner en su filme de 1978, así que con el pretexto más Ed Woodiano posible,
coloca a Brandon Routh como Superman/Clark Kent, nada más porque se medio
parecía de perfil a Christopher Reeves, y a Kevin Spacey como Lex Luthor, imitando
el personaje tal y como lo interpretó Gene Hackman. Incluso, utilizó material
eliminado de las dos primeras cintas, con Marlon Brando. Pero visualmente,
decide tomar lo realizado por el pintor Alex Ross en sus novelas gráficas sobre
el súper hombre, volviendo la cinta en un pastiche de proporciones titánicas. Es
larga, aburrida, ingenua y fea por donde se vea. Además, Brandon Routh es el
Superman más gay de la historia. A 10 años de su estreno, uno no puede
explicarse por qué se autorizó su rodaje.
Encontré muchos
más títulos, así que decidí dividir esta entrega en dos. En esta semana estén
al pendiente, ya les presentaré la segunda parte y mis conclusiones.
Todavía tenemos muchas cosas
que decir en Cine Tlacopan. Suscríbete a nuestro newsletter, comenta y
comparte.