sábado, 2 de julio de 2016

Las grandes cagadas de los mejores directores I





“Si no fracasas en algo de vez en cuando es una señal inequívoca de que no estás haciendo nada nuevo.” Con esas palabras, Woody Allen justifica el hecho de que su método de dirección (el hacer películas al por mayor, sabiendo que al final unas cuantas son buenas) le ha dejado desde obras maestras hasta cerotes del tamaño de un cerro. Ahora bien, Allen no es el primero ni el último en hacer esto. Sólo basta ver la filmografía de algunos de los mejores directores de la historia, para darnos cuenta que hasta los reyes se avientan su cagada de vez en cuando. En este listado no van a encontrar ni a Tarantino ni a M. Night Shyamalan, porque ellos pertenecen a la categoría de los que tienen dos obras buenas entre cientos de cacotas.



David Lynch: Dunas (Dune, E.U., 1984)

Según el documental Jodorosky’s Dune, Frank Pavich, 2014) la realización de esta cinta a manos del inefable director argentino, pronosticaba un paradigma cinematográfico sin precedentes. Pero por cuestiones presupuestales el proyecto quedó, años después, en manos del entonces joven en inexperto David Lynch, que previamente sólo había hecho la regular El hombre elefante (Elephant man, 1980). Se filmó en México, con un presupuesto altísimo, un diseño de producción impresionante, con Sting y Grace Jonnes en el reparto, pero… Pues Lynch no es un cineasta fácil. Se dice que aunque el director hizo su mejor esfuerzo, un guión atiborrado de diálogos complejos, escenas preciosistas pero más aburridas que quedarse viendo dos minutos la máquina de las tortillas y sobre todo, que la gente quería ver algo más parecido a Star Wars, hizo que fuera un fracaso de crítica y taquilla monumental. Vamos, ni el sexenio de Calderón dejó tantas pérdidas. El único que ganó con esto fue el director, porque a cambio de filmar su elefante blanco, el productor Dino De Daulrentiis tuvo que producir Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986) y él feliz, porque por lo menos esta ganó un chingo de premios y volvió a David Lynch el Dios del cine.




Bob Reiner: Nuestro amor (The Story of Us, E.U., 1999)

Aunque el gordo Reiner no es el mejor director del cine, su trayectoria profesional tiene muchos títulos que en el campo comercial han sido éxitos de crítica y público, tales como Esto es Spynal Tap (This Is Spinal Tap, 1984), Cuenta conmigo (Stand By Me, 1986), La princesa prometida (The Princess Bride, 1987), Miseria (Misery, 1990) y sobre todo, la que muchos consideran que es la obra maestra de Woody Allen que no dirigió, ni actuó, ni escribió Woody Allen, Harry y Sally (When Harry Met Sally..., 1989). Después de ese impactante currículum intenta repetir un poco la fórmula de Harry… y termina echándose un cake de 10,000 courics (sino vez South Park, no vas a entender la referencia, por eso te mando a este link). El problema es que a nadie le parecía muy chistoso ver a Bruce Willis después de años de soltar fregadazos enamorando a una a veces desmesurada Michelle Pfeiffer. Incluso, algunos críticos dijeron que debía llamarse “Por qué Harry se divorció de Sally”. Un fracaso que casi transforma su carrera en el cuerpo en el río de Cuenta conmigo.




Henry Selick: Monkeybone (Ídem, 2001)

Quizá por su humor más guarro que oscuro, lleno de cadáveres flatulentos y personajes que ni siquiera su mismísimo compadre Tim Burton soportaría ver, Monkeybone resultó un fracaso tremebundo de crítica y público. Honestamente, a mi me divirtió bastante, aunque debo reconocer que es muy fea. El realizador también ha hecho cintas como El extraño mundo de Jack (The Nightmare Before Christmas, 1993) y Coraline y la puerta secreta (Coraline, 2009). Pero este mono, fue resultado de una dieta a base de frijoles con huevo.




Felipe Cazals: Burbujas de amor (1991)

Pongámoslo así: Durante los años ochenta, el director de Las poquianchis (1976), El apando (1975), Canoa (1975), Bajo la metralla (1982), Los motivos de Luz (1986) y Chicogrande (2009), comía lo que podía por hambre. El resultado es que vivió una década de diarrea incontenible. Hizo películas hasta para Rigo Tovar, pero la que se llevó las palmas, sin duda fue Burbujas de amor, la sexy comedia más aburrida del cine de ficheras. Se trata de un filme decadente, con estrellas televisivas y una vieja que ni en su casa conocen que se llamaba Telly Filippini, cuya única gracia era (según el TV Notas) que se dejaba madrear por Sergio Goiry. Mala como el producto de mezclar tacos de a cinco por quince pesos de afuera del metro Olímpica con un curado de avena y un litro de leche bronca, sorprende entre su filmografía porque las actrices no enseñan nada y los galanes son más grises que un calzón mal lavado. Es decir, un fracaso absoluto.




Mike Nichols: Lobo (Wolf, 1994)

¿Quién le teme a Virginia Wolf? (Who's Afraid of Virginia Woolf?, 1966), El graduado (The Graduate, 1967), Closer, llevados por el deseo (Closer, 2004). El director también se aventó sus popocitas, así que al momento de hacer este listado, tenía por lo menos, tres serios contendientes: La jaula de las locas (The birdcage¸1996), ¿De qué planeta vienes? (What Planet Are You From?, 2000) y por supuesto, Lobo. Escogí esta última porque la primera por lo menos, si andas de simple, te puede parecer divertida, y la segunda fue tan mala que ni los actores se acuerdan de ella. En el caso de la tercera, llama la atención porque: 1.- Universal intentaba “actualizar” sus grandes monstruos de la época dorada del cine de terror (Drácula, La momia, Frankestein, etc.), 2.- Nichols dejó que Jack Nicholson hiciera lo que quisiera, la grado de permitirle, por ego actoral, no usar un maquillaje apropiado y además, lo dejó creer que a estas alturas del partido seguía siendo un gran actor. Además, parece que la química con Michelle Pfeiffer, que tuvo en Las brujas de Eastwick (The Witches of Eastwick, George Miller, 1987) ya había quedado en la distancia.





Peter Jackson: La trilogía del Hobbit (The Hobbit, 2012, 2013 y 2014)

Yo sé que los fans acérrimos de Jackson y de J. R. R. Tolkien dirán que esto no es cierto, que su peor película es Desde mi cielo (The Lovely Bones, 2009, que dicho sea de paso, más bien la odian porque no es tan espectacular como El señor de los añillos), pero tengo razones para sustentarme. La primera y única prueba es la trilogía de El señor de los anillos (2001, 2002 y 2003): Es espectacular, redonda, sorprendente, incluso los que no conocen la obra original salen asombrados por el manejo de la épica que tiene Jackson. El caso de El Hobbit, es muy triste, porque se siente como una copia pirata de El señor…, como los clones que aparecieron después de que se estrenó, que no llegaron a igualarla ni medianamente. Incluso, los mayores fans de la obra original se quejaron de que se alargaba innecesariamente una obra pequeña, divertida e infantil. Una caca de dragón.



Orson Welles: Don Quijote (Don Quixote, 1992)

Bien, la cosa es esta. Cuando Orson Welles intentó llevar a cabo la historia de Cervantes, en 1957 y 1966, debido al presupuesto y a que de pronto, el director descubrió que no le estaba gustando mucho el resultado, decidió abandonarla y seguir adelante, aunque en varias ocasiones intentó terminarla. El material fue editado por el español Jesús Franco, el culpable de que la cinta fuera un asco. Sin ritmo, mal editada, es el resultado de querer comerse las sobras del pastel que no le gustó a otro. Qué se podía esperar de un director de soft porno y cintas de explotación. En pocas palabras, Orson se lo comió, Franco lo defecó.




Brian de Palma: Misión a Marte (Mission to Mars, 2000)

De Palma es un director pretencioso. Con esto no quiero tacharlo de poser, sino que tiene que ver con el hecho de que tiene una cultura cinematográfica tan grande, que quiere ser otro director. A intentado ser Hitchcok, también quiso ser Scorsese, pero el que no le salió muy bien fue Kubrick. Misión a Marte, según un usuario de Filmafinity, es “2001 para Dummies”. Algo de razón tiene. Además es muy patriotera, pero a su favor, cuenta con unas bellas banda sonora y fotografía, finalmente es De Palma. Pero esto no es lo peor del caso: Para la crítica “seria” hay directores que son intocables, como el mismo Kubrick, Lynch, Jean-Luc Godard y Lars (AKA) “todas las mujeres son putas” von Trier. Y De Palma, se metió con uno de los sueños húmedos de todos los críticos. Lo tacharon de pecador, de corrupto, le pidieron que se arrepintiera, lo escupieron, le echaron agua bendita y después lo apedrearon casi hasta la inconsciencia. Y después, el mazacote de carne que dejaron, fue arrojado a los perros (perdón) al público para que se alimentaran con él. Pero como la audiencia está divorciada de alguna manera con los marcianos (ese es otro tema que pronto trataré, ¿Por qué los espectadores odian a los marcianos?), pues ni caso le hicieron. La cinta se estrenó prácticamente al mismo tiempo que Planeta rojo (Red Planet¸ Antony Hoffman, 2000), que también tronó como cedazo en taquilla. Y de Palma casi la palma.



Pedro Almodóvar: Los amantes pasajeros (2013)

Aceptémoslo, el manchego no es el mejor director español, pero hay que reconocer que el cine ibérico se divide en AP y DP (Antes de Pedro y Después de Pedro). Sus cintas derrochan originalidad, tanto así que se transformó en un estilo más que en un artista. Ha hecho cosas que dan pena, pero desde luego, su habilidad para mezclar lo guarro y lo sublime, siempre son de agradecerse. En el caso de Los amantes… construye una cinta sin pies ni cabeza, de esas que puedes ver dos veces y en ninguna logras sonreír. Es aburrida, chunga, babosa, es menos almodovariana que una película del “Caballo” Rojas. Y para colmo: ¿Se han percatado que las peores cintas del señor tienen a un mexicano en el elenco? Algo para discernir muchos años.



John Ford: La mascota del regimiento (Wee Willie Winkie, 1937)

La verdad, no he visto este filme, no porque no quiera sino porque no lo conocía hasta el momento en que empecé este conteo. John Ford es el mesías del cine americano, el que llevó a alturas de arte al western; La diligencia (Stagecoach, 1939), por ejemplo, está entre las diez películas más importantes de la historia. La crítica es voluble al respecto de La mascota del regimiento, ya que a veces la consideran una película agradable y en otras una verdadera porquería. En lo que coinciden todos es en que Ford no se merecía tener que aguantar a Shirley Temple.



Arturo Ripstein: La ilegal (1977)

Ripstein fue considerado el mayor de los cineastas mexicanos, no sólo en el país sino principalmente, en Europa. Sus cintas más emblemáticas, Principio y fin (1993), El carnaval de Sodoma (2006) y Tiempo de morir (1966), entre otras, tenían la particularidad de ser cine de auteur, muy culto, oscuro y despiadado. La ilegal fue una de las primeras cintas producidas por la hoy (bendito sea Dios) extinta Televicine, sub empresa dedicada a hacer vehículos de lucimiento para las “estrellas del canal de las estrellas”. Se trata de una cinta pensada para Lucía Méndez, antes de que le cayera la maldición de María Sorté. Y aunque no es tan mala, las actuaciones acartonadas, la ausencia de ganas del director y ante todo, un final forzado, que ni es feliz ni triste sino todo lo contrario, convierten el filme en la peor de la filmografía Ripsteniana. 



Bryan Singer: Superman regresa (Superman Retuns, 2006)

Seamos honestos: Bryan Singer no es ni ha sido el mejor director de mundo. A veces, siento que el lugar que se ha ganado fue únicamente un “Homero”, debido sobre cualquier cosa a Los sospechosos comunes (The Usual Suspects¸1995) y si no me creen, fuera de los filmes de X-men y sin consultar Google, nadie puede mencionar una de sus películas, salvo, Superman regresa, quizá porque es considerada la peor cinta de superhéroes de la historia (Martha se salvó). El problema con esta cinta fue que en lugar de intentar un universo nuevo y contemporáneo, Singer se dedicó a mal copiar lo hecho por Richard Donner en su filme de 1978, así que con el pretexto más Ed Woodiano posible, coloca a Brandon Routh como Superman/Clark Kent, nada más porque se medio parecía de perfil a Christopher Reeves, y a Kevin Spacey como Lex Luthor, imitando el personaje tal y como lo interpretó Gene Hackman. Incluso, utilizó material eliminado de las dos primeras cintas, con Marlon Brando. Pero visualmente, decide tomar lo realizado por el pintor Alex Ross en sus novelas gráficas sobre el súper hombre, volviendo la cinta en un pastiche de proporciones titánicas. Es larga, aburrida, ingenua y fea por donde se vea. Además, Brandon Routh es el Superman más gay de la historia. A 10 años de su estreno, uno no puede explicarse por qué se autorizó su rodaje.



                Encontré muchos más títulos, así que decidí dividir esta entrega en dos. En esta semana estén al pendiente, ya les presentaré la segunda parte y mis conclusiones.

Todavía tenemos muchas cosas que decir en Cine Tlacopan. Suscríbete a nuestro newsletter, comenta y comparte.