Cazafantasmas (Ghostbusters)
E.U.,
2016.
Dirección:
Paul Feig.
Guión:
Paul Feig y Katie Dippold, basados en el original de Dan Aykroyd y Harold
Ramis.
Fotografía:
Robert Yeoman.
Intérpretes:
Kristen Wiig, Melissa McCarthy, Kate McKinnon, Leslie Jones, entre otros.
Duración:
116 minutos.
Desde que el internet se transformó en el principal medio de comunicación masiva, las formas de publicidad y permanencia entre el público cambiaron al grado que hoy, si una cinta no tiene presencia en redes sociales o páginas y blogs, seguramente se volverá un fracaso. Entrados casi al primer cuarto del siglo XXI, las tecnologías cambian a pasos tan agigantados que un pequeño tropezón se vuelve viral e incluso llega a cambiar la vida de una persona sin ni siquiera contar con una red social. En este sentido, las formas y los contenidos del cine han tenido que adaptarse. Estamos en los días en que una película puede considerarse un éxito o un fracaso desde meses antes de su estreno y eso lo saben bien los creadores de Los cazafantasmas.
Vayamos al pasado. En 1984 se estrenó Los Cazafantasmas (Ghostbusters, Ivan Reitman) y el éxito fue apabullante. Las tiendas se llenaron de juguetes, se hizo una secuela y una serie animada de televisión. No es extraño que desde mediados de los noventa se especulara con una tercera parte o un remake.
Viéndolo desde la perspectiva que te da el tiempo, Los cazafantasmas puede considerarse un mero entretenimiento sin ninguna aspiración más que la de divertir y ganar dinero al hacerlo. Ivan Reitman, el director, en realidad no era ningún visionario y tampoco lo era Dan Aykroyd, creador de la premisa. El filme es una amalgama entre los filmes de Abbott y Costello (algo así como los Viruta y Capulina norteamericanos) con Scooby Doo y las cintas de equipos o comandos que hacen justicia por su propia mano (pensemos en westerns como Los siete magníficos). Quien era el verdadero cerebro creativo fue su segundo escritor, Harold Ramis. En el blog Cine de los ochenta, Germán Fernández, hace una excelente crónica sobre la realización de la obra, en la que expone que aunque la idea original era de Aykroyd, es Ramis quien organizó todo. Poco después de este trabajo realizó, como director y guionista, la impresionante Hechizo del tiempo (Groundhog Day, 1993), así como Mis otros yo (Multiplicity, 1996), Analízame (Analyze This, 1999) y Al diablo con el diablo (Bedazzled 2000), todas ellas cintas con las que Cazafantasmas tiene mucho en común, principalmente en que parten de ideas absurdas que son contrapuntadas con la realidad, siempre ganando la burla o la chacota; por ejemplo, en Al diablo con…, cuando el personaje de Brendan Fraser pide al diablo volverse rico y exitoso, esta (Elizabeth Hurley) lo convierte en un narco colombiano, y al percatarse de esto, no acierta más que a decir en perfecto castellano: “¡Ay, Dios mío! ¡Hablo español!”. En Cazafantasmas, al comentarles Gozer que elijan qué apariencia quieren que tenga para destruirlos, se transforma en un gigantesco, malvado y tiernísimo hombre de malvavisco. Otro ejemplo de su genio es Mis otros yo. Las réplicas de Michael Keaton se hacen un clon que es un idiota. Al preguntarles Keaton por qué pasó esto, lo único que pueden decir es “Bueno, ya sabes, copia de la copia…”, haciendo referencia a las fotocopias hechas sobre otra fotocopia, proceso que degenera la imagen reproducida al grado de volverla imposible de observar.
Ahora bien, si Los cazafantasmas se volvió un éxito que ha trascendido hasta el día de hoy es debido a muchos factores que van de la mano con la genialidad de Ramis: El estupendo ensamble de actores, los impresionantes efectos visuales y sobre todo, lo bien estructurado de su guión (tanto el de éste como el de Hechizo del tiempo, ambos de Harold, son considerados de los mejores escritos en la comedia norteamericana). Es aquí que llegando al siglo XXI, era más que lógico que los canibalescos estudios de cine, decidieran elaborar un remake (o reboot, que para el caso son casi lo mismo)
El encargado de hacerlo es Paul Feig, comediógrafo que si bien no ha logrado algo verdaderamente destacable, logró los favores de la crítica y ciertos sectores del público con Damas en guerra (Bridesmaids, 2011), misma que alcanzó sendas nominaciones a premios importantes (Óscares incluidos) por su guión y por la gracia de las actrices Kristen Wiig y Melissa McCarthy. Feig es un hábil escritor que logró adaptar la serie inglesa The Office al medio norteamericano. Es de esa generación de creadores de comedia medianamente inteligentes, como Judd Apatow (Virgen a los 40, 2005), Adam McKay (La gran apuesta, 2015) y la dupla de Phil Lord y Christopher Miller (Comando Especial 2, 2014). Cuando le encargaron el reboot (o remake, que para el caso son como la vaca blanca y la vaca pinta), no se debe haber imaginado el huracán en el que se metió.
“Confirman elenco femenino para Ghostbusters”, fue el encabezado de los principales medios especializados en espectáculos el 27 de enero de 2015. Las críticas no tardaron en aparecer, principalmente porque aún queda en el aire la magia que realizaron en la original, además que por esas fechas, el polémico reboot (o remake, que es como el “¿tiene el mismo modelo pero en negro?” de las películas) de Los cuatro fantásticos (Fantastic Four, Josh Trank, 2015) y “la antorcha negra” estaba más que vigente. El estreno del mamotreto en cuestión terminó de incendiar las redes sociales, debido a que resultó (según muchos) en una de las peores cintas de la historia, lo cual, si bien no está lejos de la realidad, también es exagerado; Hollywood se especializa en hacer 99 pendejadas por cada cinta más o menos decente, así que el título se lo anda disputando con casi toda su producción anual (y cualquiera de Manolo Caro). Lógicamente, Cazafantasmas se volvió un fenómeno de odio que opaca y con creces a Elba Esther Gordillo. El primer y por cierto, desafortunado tráiler de la cinta, es catalogado como el más impopular de la historia, así como uno de los 5 videos más repudiados de Youtube (Curiosamente, después de su estreno, ha bajado hasta el lugar número 10). Incluso, yo le di dislike.
Con esos antecedentes, era lógico que al estreno, la producción llegara como bailarina de tabledance a las ocho de la mañana. Se exhibe en México, por ejemplo, con más de un mes de diferencia que en los Estados Unidos. Para verla hay que llegar con la mente abierta o sin tener referencias de la cinta anterior, lo cual es casi imposible.
La historia es básicamente la misma de la original, sólo que ahora, los Cazafantasmas son tres científicas y una boletera del metro. Se repiten ciertos esquemas de la anterior, así como el aspecto visual. Los efectos especiales buscan parecerse a los realizados en 1984, y en lugar de buscar alejarse lo más posible de la producción previa, se vuelve una revisión nostálgica, pero adaptada a los nuevos tiempos. Feig es un excelente director de actores, además que se nota que conoce a la perfección a Wiig y McCarthy. Igual que en la otra, el papel del negro es el más soso y descuidado. Además del elenco femenino, la principal diferencia es la presencia de un ayudante masculino y estúpido, que remplaza a la eficiente y mal encarada recepcionista de la anterior.
Siendo realistas, si no existiera el fanatismo a la obra de Reitman, esta sería considerada una buena adaptación. Pero por desgracia, para cuando llegó a las pantallas el daño ya estaba hecho. Si bien hubo mucho sexismo en el odio que se generó, lo principal fue que el público ya está empezando a cansarse de que los estudios hagan cintas pensadas como lo que “le gusta al público” y no preguntándole qué quiere. Y también hay que reconocer que fue víctima de las llamadas “políticas de inclusión”, que en lugar de generar equidad están empoderando a los grupos marginados, incluso a costa de lacerar los derechos de los demás. En este sentido, Hollywood se ha encargado de crear incongruencias históricas o sociales con tal de tener “elencos balanceados”, y se viene una avalancha de remakes y reboots con protagonistas de sexo o raza intercambiados (se dice que un reparto debe incluir una mujer, un afroamericano y una minoría inmigrante como mínimo, lo cual, bien visto, también es racismo).
Cazafantasmas, fuera de si es muy feminista o antimachista, o feminazi, es una buena cinta (a secas, no es maravillosa pero la puedes ver sin culpa en un vuelo a Manzanillo), incluso, es bastante más compleja anecdóticamente que la mayoría de las que se han estrenado en todo el año (basta recordar las incongruencias narrativas de casi todas las películas de superhéroes estrenadas desde 2015, y el minimalismo anecdótico de toda la serie de Rápido y furioso, Tortugas ninja y Transformers). Sumando todo, será una suerte que se mantenga en taquilla o que no pase a la lista de los mayores fracasos del cine. Y es una lástima porque hay muchas otras que merecerían este sitio. La cinta de Feig pasará a la historia como la muestra de que los valores morales y sociales han cambiado de rumbo y están confundidos. El odio es un fantasma tan poderoso que ni los mejores cazadores podrán detenerlo. Who ya gonna call?
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