domingo, 28 de agosto de 2016

ME ESTÁS MATANDO SUSANA: UNA VISITA A LAS CIUDADES DESIERTAS





Me estás matando Susana

México, 2016.

Dirección: Roberto Sneider.

Guión: Roberto Sneider y Luis Cámara, basados la novela en Ciudades desiertas, de José Agustín.

Fotografía: Robert Yeoman.

Intérpretes: Gael García Bernal, Verónica Echegui, Ashley Hinshaw, entre otros.

Duración: 116 minutos.

Las comedias románticas no son la especialidad del cine mexicano. Siendo honestos, casi todas son una basura (principalmente cuando en el reparto está Martha Higareda). Pero de alguna manera se han ganado el favor de cierto público que, cansado de ver historias de amor inverosímiles en las telenovelas, van a ver historias de amor inverosímiles (pero más compactas y “chistosas”) al cine. ¿Qué culpa tiene el niño? (Gustavo Loza, 2016, mi crítica por acá), No eres tú, soy yo (Alejandro Springall, 2010), Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando (Manolo Caro, 2015), No sé si cortarme las venas o dejármelas largas (También de Manolo Caro, 2013), Cásese quien pueda (Marco Polo Constandse, 2014), entre otra larga fila de cochinadas, se han perfilado como lo más taquillero de los últimos años, todas ellas cintas olvidables y bastante complacientes. En este sentido, llama mucho la atención el caso de Me estás matando Susana.

                Basada en la novela Ciudades desiertas, de José Agustín, cuenta la historia de un matrimonio (aunque enfocado en él) que está en plena decadencia. Él es un actor de medio pelo, que trabaja en lo que se pueda, mientras que ella es una escritora que empieza a despuntar. Él tiene la costumbre de ponerle el cuerno con quien se deje y de irse de parranda con los amigos, mientras ella está aburrida de esta situación. De pronto, sin avisar, se va de la casa y él comienza una búsqueda por ella, que lo llevará hasta un pueblucho de los Estados Unidos. Entre algunos gags bastante disparejos (cuando lo pesca la migra es bastante predecible pero divertido o el escape del taxista abusivo que es de los mejores de la cinta), se analizan muy eficazmente las relaciones de pareja, en las cuales, el aburrimiento y la monotonía son quizá lo que terminan por destruirlas (incluso más que los problemas económicos). Roberto Snider regresa a los temas recurrentes de sus dos cintas anteriores: El aburrimiento y lo anacrónico de la vida provinciana, las dificultades de vivir en pareja, lo irracional de la pasión y el machismo imperante en el mexicano. Además, todas ellas son historias basadas en sendas novelas mexicanas: Dos crímenes (1994, basada en Jorge Ibarguengoitia) y Arráncame la vida (2008, basada en la creación de Ángeles Mastretta, que dicho sea de paso, es importante no por buena sino porque tuvo ventas altísimas). Me estás matando… es quizá la confirmación de que estamos ante uno de los mejores autores del cine mexicano.

                Gael García Bernal como Eligio (Eligio de la chingada, como él mismo se presenta), crea una especie de “charolastra” decadente. Es seductor, abusa de su carisma, es chovinista y un tanto idiota, pero eso sí, muy galán. Representa al típico galancete de las películas nacionales, mientras que Verónica Echegui, como Susana, se plantea como la típica chica inteligente, independiente, culta, creativa, pero que quién sabe por qué termina casada con el más guey que conoce (pero eso sí, muy guapo). Son un típico matrimonio de la Condesa.

                La cinta los sigue en la decadencia de su relación, en el punto álgido de su descomposición y demuestra que, de alguna manera, a pesar de las diferencias entre ellos, se necesitan de una manera desesperada. La escena inicial se repite casi al final de la película pero en diferentes circunstancias, para demostrar que las cosas en realidad no van a cambiar. El amor, a fin de cuentas, es un círculo vicioso, como, precisamente, la calle de Amsterdam, en la Condesa, misma que camines por donde camines, te lleva siempre al mismo lugar, y a la que puedes acceder por prácticamente cualquier calle. Las ciudades desiertas de José Agustín, son esas oscuras avenidas que rodean a las parejas, en las que no habita nadie más que ellos. Y por lo mismo, aunque estén acompañados, siempre van a estar solos.

                La provincia como un lugar aburrido y conservador, en el que no pasa ni el tiempo, en el que cada pequeña diferencia se vuelve una noticia, es retratado con ironía y descaro por Snider, aunque en esta ocasión, el Muérdago (ficticio nombre que le daba Ibargüengoitia a Guanajuato) de Dos crímenes y la Puebla de Arráncame la vida, es sustituida por Middlebrook, un pueblucho norteamericano, lleno de gente monótona y aburrida.

                El filme tiene un engañoso final feliz, lo cual, más que una desventaja, es un acierto. De esta manera se puede llenar las expectativas de los que sólo vayan a verlo por Gael García, para los que van a ver todo lo que se estrene porque “hay que apoyar al cine mexicano” y por otro lado, los que gustan simplemente del cine, saldrán satisfechos porque hay mucho más en ese desenlace que lo que dicen las palabras, porque siempre, los cuentos de princesas, terminan donde empiezan las historias de amor en la vida real.




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sábado, 13 de agosto de 2016

LOS CAZAFANTASMAS: CRÓNICA DE UN FRACASO ANUNCIADO



Cazafantasmas (Ghostbusters)

E.U., 2016.

Dirección: Paul Feig.

Guión: Paul Feig y Katie Dippold, basados en el original de Dan Aykroyd y Harold Ramis.

Fotografía: Robert Yeoman.

Intérpretes: Kristen Wiig, Melissa McCarthy, Kate McKinnon, Leslie Jones, entre otros.

Duración: 116 minutos.



Desde que el internet se transformó en el principal medio de comunicación masiva, las formas de publicidad y permanencia entre el público cambiaron al grado que hoy, si una cinta no tiene presencia en redes sociales o páginas y blogs, seguramente se volverá un fracaso. Entrados casi al primer cuarto del siglo XXI, las tecnologías cambian a pasos tan agigantados que un pequeño tropezón se vuelve viral e incluso llega a cambiar la vida de una persona sin ni siquiera contar con una red social. En este sentido, las formas y los contenidos del cine han tenido que adaptarse. Estamos en los días en que una película puede considerarse un éxito o un fracaso desde meses antes de su estreno y eso lo saben bien los creadores de Los cazafantasmas.
                Vayamos al pasado. En 1984 se estrenó Los Cazafantasmas (Ghostbusters, Ivan Reitman) y el éxito fue apabullante. Las tiendas se llenaron de juguetes, se hizo una secuela y una serie animada de televisión. No es extraño que desde mediados de los noventa se especulara con una tercera parte o un remake.
                Viéndolo desde la perspectiva que te da el tiempo, Los cazafantasmas puede considerarse un mero entretenimiento sin ninguna aspiración más que la de divertir y ganar dinero al hacerlo. Ivan Reitman, el director, en realidad no era ningún visionario y tampoco lo era Dan Aykroyd, creador de la premisa. El filme es una amalgama entre los filmes de Abbott y Costello (algo así como los Viruta y Capulina norteamericanos) con Scooby Doo y las cintas de equipos o comandos que hacen justicia por su propia mano (pensemos en westerns como Los siete magníficos). Quien era el verdadero cerebro creativo fue su segundo escritor, Harold Ramis. En el blog Cine de los ochenta, Germán Fernández, hace una excelente crónica sobre la realización de la obra, en la que expone que aunque la idea original era de Aykroyd, es Ramis quien organizó todo. Poco después de este trabajo realizó, como director y guionista, la impresionante Hechizo del tiempo (Groundhog Day, 1993), así como Mis otros yo (Multiplicity, 1996), Analízame (Analyze This, 1999) y Al diablo con el diablo (Bedazzled 2000), todas ellas cintas con las que Cazafantasmas tiene mucho en común, principalmente en que parten de ideas absurdas que son contrapuntadas con la realidad, siempre ganando la burla o la chacota; por ejemplo, en Al diablo con…, cuando el personaje de Brendan Fraser pide al diablo volverse rico y exitoso, esta (Elizabeth Hurley) lo convierte en un narco colombiano, y al percatarse de esto, no acierta más que a decir en perfecto castellano: “¡Ay, Dios mío! ¡Hablo español!”. En Cazafantasmas, al comentarles Gozer que elijan qué apariencia quieren que tenga para destruirlos, se transforma en un gigantesco, malvado y tiernísimo hombre de malvavisco. Otro ejemplo de su genio es Mis otros yo. Las réplicas de Michael Keaton se hacen un clon que es un idiota. Al preguntarles Keaton por qué pasó esto, lo único que pueden decir es “Bueno, ya sabes, copia de la copia…”, haciendo referencia a las fotocopias hechas sobre otra fotocopia, proceso que degenera la imagen reproducida al grado de volverla imposible de observar.
                Ahora bien, si Los cazafantasmas se volvió un éxito que ha trascendido hasta el día de hoy es debido a muchos factores que van de la mano con la genialidad de Ramis: El estupendo ensamble de actores, los impresionantes efectos visuales y sobre todo, lo bien estructurado de su guión (tanto el de éste como el de Hechizo del tiempo, ambos de Harold, son considerados de los mejores escritos en la comedia norteamericana). Es aquí que llegando al siglo XXI, era más que lógico que los canibalescos estudios de cine, decidieran elaborar un remake (o reboot, que para el caso son casi lo mismo)
                El encargado de hacerlo es Paul Feig, comediógrafo que si bien no ha logrado algo verdaderamente destacable, logró los favores de la crítica y ciertos sectores del público con Damas en guerra (Bridesmaids, 2011), misma que alcanzó sendas nominaciones a premios importantes (Óscares incluidos) por su guión y por la gracia de las actrices Kristen Wiig y Melissa McCarthy. Feig es un hábil escritor que logró adaptar la serie inglesa The Office al medio norteamericano. Es de esa generación de creadores de comedia medianamente inteligentes, como Judd Apatow (Virgen a los 40, 2005), Adam McKay (La gran apuesta, 2015) y la dupla de Phil Lord y Christopher Miller (Comando Especial 2, 2014). Cuando le encargaron el reboot (o remake, que para el caso son como la vaca blanca y la vaca pinta), no se debe haber imaginado el huracán en el que se metió.
                “Confirman elenco femenino para Ghostbusters”, fue el encabezado de los principales medios especializados en espectáculos el 27 de enero de 2015. Las críticas no tardaron en aparecer, principalmente porque aún queda en el aire la magia que realizaron en la original, además que por esas fechas, el polémico reboot (o remake, que es como el “¿tiene el mismo modelo pero en negro?” de las películas) de Los cuatro fantásticos (Fantastic Four, Josh Trank, 2015) y “la antorcha negra” estaba más que vigente. El estreno del mamotreto en cuestión terminó de incendiar las redes sociales, debido a que resultó (según muchos) en una de las peores cintas de la historia, lo cual, si bien no está lejos de la realidad, también es exagerado; Hollywood se especializa en hacer 99 pendejadas por cada cinta más o menos decente, así que el título se lo anda disputando con casi toda su producción anual (y cualquiera de Manolo Caro). Lógicamente, Cazafantasmas se volvió un fenómeno de odio que opaca y con creces a Elba Esther Gordillo. El primer y por cierto, desafortunado tráiler de la cinta, es catalogado como el más impopular de la historia, así como uno de los 5 videos más repudiados de Youtube (Curiosamente, después de su estreno, ha bajado hasta el lugar número 10). Incluso, yo le di dislike.
                Con esos antecedentes, era lógico que al estreno, la producción llegara como bailarina de tabledance a las ocho de la mañana. Se exhibe en México, por ejemplo, con más de un mes de diferencia que en los Estados Unidos. Para verla hay que llegar con la mente abierta o sin tener referencias de la cinta anterior, lo cual es casi imposible.
                La historia es básicamente la misma de la original, sólo que ahora, los Cazafantasmas son tres científicas y una boletera del metro. Se repiten ciertos esquemas de la anterior, así como el aspecto visual. Los efectos especiales buscan parecerse a los realizados en 1984, y en lugar de buscar alejarse lo más posible de la producción previa, se vuelve una revisión nostálgica, pero adaptada a los nuevos tiempos. Feig es un excelente director de actores, además que se nota que conoce a la perfección a Wiig y McCarthy. Igual que en la otra, el papel del negro es el más soso y descuidado. Además del elenco femenino, la principal diferencia es la presencia de un ayudante masculino y estúpido, que remplaza a la eficiente y mal encarada recepcionista de la anterior.
                Siendo realistas, si no existiera el fanatismo a la obra de Reitman, esta sería considerada una buena adaptación. Pero por desgracia, para cuando llegó a las pantallas el daño ya estaba hecho. Si bien hubo mucho sexismo en el odio que se generó, lo principal fue que el público ya está empezando a cansarse de que los estudios hagan cintas pensadas como lo que “le gusta al público” y no preguntándole qué quiere. Y también hay que reconocer que fue víctima de las llamadas “políticas de inclusión”, que en lugar de generar equidad están empoderando a los grupos marginados, incluso a costa de lacerar los derechos de los demás. En este sentido, Hollywood se ha encargado de crear incongruencias históricas o sociales con tal de tener “elencos balanceados”, y se viene una avalancha de remakes y reboots con protagonistas de sexo o raza intercambiados (se dice que un reparto debe incluir una mujer, un afroamericano y una minoría inmigrante como mínimo, lo cual, bien visto, también es racismo).
                Cazafantasmas, fuera de si es muy feminista o antimachista, o feminazi, es una buena cinta (a secas, no es maravillosa pero la puedes ver sin culpa en un vuelo a Manzanillo), incluso, es bastante más compleja anecdóticamente que la mayoría de las que se han estrenado en todo el año (basta recordar las incongruencias narrativas de casi todas las películas de superhéroes estrenadas desde 2015, y el minimalismo anecdótico de toda la serie de Rápido y furiosoTortugas ninja y Transformers). Sumando todo, será una suerte que se mantenga en taquilla o que no pase a la lista de los mayores fracasos del cine. Y es una lástima porque hay muchas otras que merecerían este sitio. La cinta de Feig pasará a la historia como la muestra de que los valores morales y sociales han cambiado de rumbo y están confundidos. El odio es un fantasma tan poderoso que ni los mejores cazadores podrán detenerlo. Who ya gonna call?




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lunes, 8 de agosto de 2016

LA INCREIBLE Y TRISTE HISTORIA DEL ESCUADRÓN SUICIDA Y EL TOMATE DESALMADO




Escuadrón suicida (Suicide Squad)
E.U., 2016.

Dirección: David Ayer.

Guión: David Ayer.

Fotografía: Roman Vasyanov.

Intérpretes: Will Smith, Viola Davis, Margot Robbie, Joel Kinnaman, entre otros.

Duración: 130 minutos.



Durante meses, más de un año, de hecho, se escuchó hablar de esta cinta, protagonizada por un grupo de “villanos” del Universo D.C. La premier del tráiler en la Comicon del año pasado fue tan espectacular, que todo mundo se prendó de ella, de tal manera que junto a Deadpool (mi crítica por acá) se volvió una de las más esperadas del verano. Muchos caracteres se han escrito sobre Escuadrón suicida: Que si es la mejor película de superhéroes de la historia, que si es una basura, etc. Lo cierto es que, rumores aparte, se ha vuelto una verdadera locura (y si a esto sumamos que Universal, la distribuidora de Warner en México, y Cinemex tuvieron un pleito como de divorciados peleando la custodia del perro, las filas para entrar a verla en Cinépolis son tan grandes que parece que están regalando tortas en un mitin del PRI). Además de esto y de que nuevamente nuestros amigos de Rotten Tomatoes insisten en que cualquier película que no sea de Marvel/Disney es peor que Sharknado (Anthony C. Ferrante, 2013), es no sólo inevitable, sino forzoso que se hable y extensamente, de este trabajo.

                Para empezar, hay que aclarar que Escuadrón suicida no es una obra mayor. El cine de superhéroes no ha dado, de hecho, ninguna, por más que insistan los fanáticos del género. Ni El caballero de la noche (The Dark Knight, Christopher Nolan, 2008), ni 300 (Zack Snyder, 2007), ni Watchmen (Zack Snyder, 2008), ni Capitán América y el soldado del invierno (Captain America: The Winter Soldier, Anthony & Joe Russo, 2014), lo son, así que no hay por qué rasgarse las vestiduras porque el filme, es simplemente un divertimento, en toda la extensión de la palabra.

                La trama es sencilla y de todos conocida: Una vieja más amargada que Lupita Dalesio, pero igual de loca que Elba Esther Gordillo, decide reclutar a los peores villanos de la historia para crear un equipo de “meta humanos” que pueda utilizar y si es necesario, sacrificar, para salvar a la humanidad o para darle en la madre a gobiernos enemigos.

                Escuadrón… es en realidad, una mezcla de Doce al patíbulo (The Dirty Dozen, Robert Aldrich, 1967) con Los cazafantasmas (Ghostbusters, Ivan Reitman, 1984) pero en ácidos. Frenética, inofensiva, visualmente atractiva y bastante chabacana, no sería nada especial si no fuera porque de pronto, aparecieron de la nada cientos de especialistas en una historieta que no se había publicado formalmente en nuestro país. Y todos empezaron a despotricar, ya porque Will Smith es el mero mero, o que si Killer Crock es más feo que bonito y en fin, que #YaTeChingasteWey. Es decir, el que no la ha visto, o es un monje tibetano o tiene tarjeta de invitado Especial de Cinemex. Así que me voy a quitar la máscara de especialista en el Escuadrón Suicida (que no lo soy, sólo he leído la etapa de Erick Larsen y el TPB de los primeros seis números de la serie actual). Sólo puedo replicarle a estos que hablan del protagonismo de Deadshoot que siempre ha sido el líder del grupo, y que Killer Crock es más culero que bonito en las historietas porque en realidad, ni siquiera es parte del Escuadrón, lo catafixiaron por King Shark, porque era muy caro usar tanto CGI.

Creo que hay que hablar de ella como lo que es: Una película comercial. En ese sentido, funciona muy bien: Cuenta con un elenco muy acertado. Will Smith logra un personaje atractivo que deja lejos el mal sabor de boca de sus últimas cintas, igual que Margot Robbie, que por fin logra un protagónico a la medida y que se roba la película como Harley Queen, con sus locas ocurrencias (y esa voz como de Shanik Berman con gripa). De más está decir que quien sorprende es Jay Hernández, que arma un Diablo bastante más profundo que lo que el pobre material de base que le dieron puede permitir. Jared Leto como Joker logra un desempeño regular, sacado directamente de la escuela de actuación “yo quiero ser Johny Depp, aunque Jonny le haya copiado toda la vida a Jack Nicholson” (chequen, si no me creen, Black Mass, mi crítica está por acá). Es quizá el actor que más sufre al tratar de construir un personaje después de los dos impactantes antecedentes que tiene, por supuesto, el ya fallecido Heath Ledger en El caballero de la noche (The Dark Knight, Christopher Nolan, 2008) y el legendario Nicholson en Batman (Tim Burton, 1989). Pensemos por un momento que ni Ledger pudo librarse fácilmente de la comparación, e incluso, en alguna ocasión mencionó que su principal influencia fue Jack Nicholson pero en El resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, 1980). Y la excelente actuación de Heath hace enmudecer cualquier escena del también correcto Leto, que por desgracia, desde el principio tuvo que lidiar con muchos problemas, para al final hacer un personaje poco inspirado, pero correcto. Los demás están bien, sin llegar a lo sublime, funcionan para que los famosos puedan lucirse.

                El principal problema del filme se llama Batman V Superman (chequen mi crítica por acá). Y es un enorme problema porque Escuadrón… tuvo que sufrir por su escaza calificación en Rotten Tomatoes (nuevamente los refiero a los artículos que escribí sobre el sitio, acá y acá) y por el hecho de que el público le dio la espalda al trabajo de Zack Snyder. Experimentó muchos cambios, mutilaciones, personajes metidos con calzador y otros que prácticamente desaparecieron. El resultado es una película con escenas inconexas, de poco desarrollo en las relaciones entre los personajes, chistes metidos con calzador y sobre todo, de momentos de mucha confusión. Confieso que la tuve que ver dos veces para entender qué es lo que roba el Joker en los laboratorios que asalta. Y como ese hay muchos momentos. Sin embargo, el resultado no era para los 26% de “frescura” que le está reportando Rotten Tomatoes al momento de hacer este análisis. No es, ni de lejos, la peor del género en lo que va del año, e incluso, si no fuera porque odio hacer este tipo de comparaciones ociosas, diría que es superior a la mayoría de las que se han estrenado de enero a la fecha, exceptuando la excéntrica Deadpool. Aunque bueno, no se le podía pedir mucho a un trabajo de David Ayer, un cineasta que ha construido su carrera a base de películas fundamentadas en temas interesantes y que terminan volviéndose intrascendentes, como Corazones de hierro (Fury, 2014), que comienza como un muy atractivo antecedente del Escuadrón suicida y termina siendo una peli más de esas que pasan el domingo en TNT. En resumen, una obra por lo menos divertida, que termina hundiéndose en la ambición y el miedo de un estudio, ansioso de comerle el mandado a Marvel/Disney.



Para Adriana. Te quiero porque disfrutas como nadie las películas pero sin perder la objetividad. Al final, tu unicornio le puede perforar el estómago a un mal director.




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