¿Qué
Culpa Tiene el Niño?
México,
2014.
Dirección:
Gustavo Loza.
Guion:Gustavo
Loza.
Fotografía:
Carlos Hidalgo.
Intérpretes:
Karla Souza, Ricardo Abarca, Biassini Segura, entre otros.
Duración:
145 minutos.
Cuando Gustavo Loza filmó Atlético San Pancho (2001), se
vislumbraba a un director que podía ser un rescatista del cine costumbrista
mexicano. Descontando el descalabro que significó Paradas continuas (2009), fallido intento de homenaje a las sexy comedias de los años ochenta,
parecía que su carrera podía saltar sin problema de las películas comerciales
de calidad a los buenos programas de tv. Incluso su guarra y desenfadada
primera temporada de Los héroes del norte,
dejaba ver un tipo con la suficiente sensibilidad para abordar la comedia y el
drama. Pero parece que La otra familia
(2011), fue un filón de oro. Qué culpa
tiene el niño es una comedia “romántica” de la variante boy met girl o sea, que sigue al pié de
la letra la fórmula: Chica conoce a chico, por equis pretexto se ven destinados
a convivir, se odian pero se atraen y terminan enamorados. En primera
instancia, Loza prometía hacer una especie de actualización de El inocente (Rogelio A.
González, 1955), pero ni la Souza es Silvia Pinal, ni Ricardo Abarca es
Pedro Infante, y por desgracia, Gustavo Loza no es Rogelio González. La cinta
es una especie de versión tropical de Ligeramente
embarazada (Knocked Up, Judd
Apatow, 2007). El resultado es bastante mediocre. Uno puede ver que Karla es
una excelente actriz, igual que Abarca, y ni se diga de Jesús Ochoa, pero no
existe un balance. Souza está en un registro, Ochoa en otro, y todo el elenco
igual. Y ni hablar de Mara Escalante, una comediante que lo único que sabe
hacer es repetir los personajes de sus rutinas cómicas. Loza parece haber
perdido la brújula y conduce a los personajes a ciertas situaciones que dan
pena ajena. El argumento está plagado de situaciones absurdas que no se
justifican, parlamentos y chistes fáciles, a veces muy vulgares, poco
creativos, llenos de clichés, como el amigo hocicón, que cree que todo lo sabe
sobre las mujeres y se ve a todas luces virgen, el político corrupto que casa a
su hija a fuerza porque está cerca un proceso electoral, el inútil, bueno para
nada que no tiene oficio ni beneficio y que gracias al amor, se redime, se
vuelve productivo y en el caso de la cinta de Loza, hasta acepta ser padre de
un niño que no es suyo.
Verla me resultó
una tortura, y eso que decidí dejar mi cerebro en automático. Es increíble lo mediocre
que está resultando ser el cine mexicano contemporáneo. ¿Realmente vale la pena
entrar al cine, pagar más de $50.00 por persona, más lo del “combo cuates” para
apoyar este tipo de materiales? En estos días se han estrenado cintas que son
para sacarse los ojos antes de entrar al cine, como Guatdefoc (Fernando
Lebrija, 2014), que muestran el estado actual de la cinematografía mexicana. Si
bien hay buenas producciones, por desgracia, el grueso de los estrenos y de las
cintas que prefiere la gente son cosas como esta.
Técnicamente han
mejorado mucho las pelis mexicas, pero se han vuelto frías, repetitivas, poco
inspiradas y complacientes. Se trata de copiar las fórmulas de Hollywood. Y
tanto profesionalismo hay que de pronto se realizan los filmes como chorizos de
fábrica, como refrescos “Big Cola”, es decir, la versión azteca de la “Coca
Cola”. Algún crítico aseguraba que Karla Souza estaba destinada a ser la nueva
Martha Higareda. Por fortuna para ella, está teniendo una exitosa carrera en
Hollywood, no le desearía ese destino ni al peor de mis enemigos.
En resumen, una de
esas cintas que seguramente van a pasar censuradas en el “canal de las
estrellas” o en el Golden como si fuera “una joya de la cinematografía”, porque
tuvo un éxito “sorpresivo”. El problema no son la falta de apoyo, ni la indiferencia del público, o la falta de talento y visión de los directores; el verdadero problema es que no se aprovechan los pocos recursos con los que se cuenta, se le da preferencia a la complacencia, la risa fácil y la mediocridad, sobre la creatividad y la inovación. Lo más triste: Todavía hay quien dice que hay que
apoyar el cine mexicano.